lunes, 23 de agosto de 2010

Publicado en el Por Esto!
Sección:  En Voz Alta
23 de enero de 2010
Yucatán, México


La discriminación y la homofobia sí
La homosexualidad no es una perversión


Por Socorro Chablé

Primera parte

Luis tiene 24 años pero su madurez supera la edad. La lucha por sobreponerse a una sociedad que discrimina y relega a los homosexuales lo ha convertido en un joven seguro de sí mismo, claro en sus ideas y firme en sus convicciones. Insistía en que su testimonio llevara su nombre verdadero, pero le sugirieron no exponerse; el ya comprende que el ejercicio de su homosexualidad es parte de sus derechos humanos, pero algunos sectores de la sociedad están todavía lejos de hacerlo, Luis es su pseudónimo. 
Su trato es cálido y su voz enérgica, no pierde la oportunidad de compartir su experiencia sin titubear para decir lo que piensa, le emociona poder contar su propia historia con la confianza de que a otros les ayude conocerla.
“De los 14 hasta los 18 años tuve que vivir a escondidas mi homosexualidad, por el conflicto de no poder decirle a nadie. En esos momentos uno se enfrenta al miedo de ser rechazado por la familia, los amigos, y hasta por la religión (para quienes profesan alguna).
Finalmente es el propio miedo al rechazo el que nos hace aparentar una vida que no es, porque si tienes una pareja debes fingir que no la tienes.
Cuando no se tiene el valor de asumir la homosexualidad como parte normal de nuestras vidas, nos vemos obligados a callar siempre, cuando alguien hace una mala broma, un mal comentario o cuando se discrimina a otros homosexuales, eso nos deprime y nos hace sentir muy solos, a diferencia de cuando aceptamos abiertamente nuestra homosexualidad y tenemos el valor de exigir respeto por ello”.
Desde una temprana adolescencia Luis vivió refugiado en el silencio, su único escape era el baño, donde se encerraba a llorar para desahogar su dolor. Ni siquiera pasaba por su mente que podría encontrar el apoyo y aceptación de su familia, a su corta edad ya habían hecho mella los mitos difundidos por una sociedad predominantemente homofóbica, y la descalificación de la iglesia hacia los homosexuales.
“Cuando uno se da cuenta que tiene preferencia por personas del mismo sexo,  se enfrentan conflictos bastante fuertes, sobre todo si vienes de una familia que tiene creencias religiosas muy marcadas.
Los sentimientos de culpa se agravan porque se conjuga la etapa de la adolescencia donde la mayoría de los jóvenes enfrentamos más inseguridades. No hay una materia de sexualidad en la escuela que te oriente y nadie te informa ni habla abiertamente sobre el tema, así que se vuelve  algo bastante difícil de manejar. Si no se tiene el apoyo de la familia, de amigos, de un psiquiatra o alguien que pueda amortiguar ese peso, es un proceso muy difícil de llevar, para algunos se vuelve casi imposible y es cuando sobrevienen los suicidios”.

Una experiencia propia
El proceso de aceptarme primero, para luego hablar con mis padres fue muy difícil, comenta Luis, pero en su caso los temores eran infundados, su familia estaba dispuesta a brindarle todo el apoyo.
“Me siento afortunado de contar con una familia que me ha apoyado mucho, eso ha sido fundamental en mi vida. Desde el primer momento que lo hable con ellos, conté con su apoyo. Incluso recurrimos a un psiquiatra para que nos apoyara en manejar la relación familiar de la mejor manera durante ese proceso, pero es un hecho que la mayoría de los jóvenes no cuenta con eso, son rechazados por sus propios familiares, y luego por la sociedad en su conjunto.
En mi caso, la aceptación familiar me ha dado valor para exigir respeto en la calle, en la escuela y con mis amistades, desde entonces ya no me quedo callado”.  
Luis recuerda una anécdota escolar, “Por ejemplo en la escuela había un maestro que siempre hacía referencia a los homosexuales de manera despectiva, siempre buscaba la oportunidad para hacer bromas ofensivas, hasta que un día decidí no pasarlo por alto, esperé al final de la clase y le dije – discúlpeme profesor pero yo soy homosexual y me ofenden mucho sus bromas, le pediría que por favor deje de hacerlas --,  afortunadamente nunca más lo volvió a hacer. Yo estoy seguro que si hiciéramos eso con quienes nos ofenden, un alto porcentaje de gente nos respetaría, el problema es que la mayoría prefiere callar y esconder su homosexualidad por temor, incluso esa soledad en la que muchos se sumen por temor al rechazo, puede derivar en el suicidio o en otro tipo de problemas como el alcoholismo o las drogas”.

No basta con las leyes, hace falta consciencia
A sus 24 años Luis ya está claro que las leyes no lo hacen todo. “Es un gran paso que se haya aprobado la ley a favor de los matrimonios del mismo sexo (en el DF), pero sería mucho más trascendental que desde las escuelas se educara a la gente para no discriminar a nadie por su orientación sexual.
Mientras no haya una conciencia social de respeto a las diferencias, las leyes no serán suficientes, seguiremos enfrentando el rechazo y la burla de la mayor parte de la sociedad.

La iglesia discrimina a sus propios fieles
La vida es un constante proceso de evolución y lo que no evoluciona se estanca, yo creo que eso es lo que está pasando con la iglesia como institución, comenta Luis.
Por supuesto que yo no estoy en contra de los valores humanos, nunca avalaré el robo, el crimen y todo aquello que dañe a las personas, el problema es cuando los representantes de la iglesia le hacen creer a la gente, que ser homosexual equivale a ser criminal.
La iglesia monopoliza la imagen de dios y con ello las ideas, su mensaje es que si eres homosexual dios no te va a querer y eso es muy doloroso para los que somos creyentes.
En mi caso yo fui acolito, formé parte de grupos religiosos, asistí a misa los domingos y crecí en el seno de una familia que también practicaba el catolicismo, pero la iglesia nos dio la espalda.
No concibo como muchos homosexuales siguen asistiendo a la iglesia, si desde el pulpito se piden firmas para ir en contra de las leyes que nos favorecen. Si vas a misa siendo homosexual, sales de ahí sintiéndote una porquería, comenta Luis con mucho enojo, y agrega, “A la iglesia le hace falta informarse con especialistas en el tema porque son muy ignorantes, piensan que la homosexualidad es una enfermedad y esa misma ignorancia es la que le transmiten a la gente, con esa actitud cada vez tendrán a menos fieles entre sus filas.
Sus ideas ya son retrogradas, y cada vez se vuelven más intransigentes con todo, con el divorcio, las madres solteras, el aborto, los homosexuales y los anticonceptivos, de seguir así perderán a más fieles de los que ya han perdido.

El dolor ajeno como propio
A Luis le duele pensar en los desafortunados, en quienes no corrieron con la suerte de ser apoyados por la familia y si en cambio enfrentaron el rechazo y la furia.
Se queda pensando en ellos cuando le pregunto cuál sería su mensaje a quienes viven el temor de no asumirse homosexuales.
Intenta hablar pero el llanto ahoga sus palabras…
Hace una pausa y toma aire, levanta el rostro hacia el techo y lo intenta de nuevo, la voz se quiebra pero sus ideas fluyen, su padre y su madre ahí presentes lo animan, mientras esperan su turno para compartir sus testimonios.
Por fin se recupera y esboza…  Hay que tener mucha fuerza…  definitivamente se hace necesario un apoyo. Si no lo encuentran en la familia hay que buscarlo, porque es una experiencia que no se puede superar en soledad sin sufrirla mucho, cuesta mucho trabajo…
Le duele pensar en quienes son rechazados por su propia familia, “Yo recuerdo como me deprimía y lloraba en el baño, recuerdo el sentimiento de frustración que me embargaba, a pesar de contar con una maravillosa familia, imaginen entonces por lo que pasan quienes están solos.
Por si fuera poco la iglesia nos remata con sus ideas, fomentando la discriminación, como si no fuera suficiente con todo lo demás que hay que soportar.
Mi consejo a otros homosexuales, pero también a la sociedad, es que hay que informarse, es la única manera de no dejarnos engañar por la ignorancia de la iglesia y de quienes les ayudan a difundir sus mentiras. Cuando nos informamos sufrimos menos porque podemos entender lo que nos pasa y ayudar a que otros y otras lo entiendan.

Un retroceso, que Asociaciones de Padres se opongan a la educación sexual.
Es muy triste que los propios padres de familia se opongan a crear conciencia a través de la educación, no se puede tapar el sol con un dedo y creer que la homosexualidad va a dejar de existir, cualquiera de ellos podría llegar a tener un hijo o hija homosexual, y sufrir las consecuencias de ser discriminados.
La gente se queja de la drogadicción y hay una lucha para evitar los suicidios, pero esos mismos  grupos promueven la homofobia y la discriminación, que son la verdadera causa de muchos suicidios o de que algunos busquen refugio en las drogas como un escape.
Los homosexuales no somos mejores ni peores que los heterosexuales, somos personas que merecemos igual respeto. Si eso se enseñara en las escuelas el mundo sería otro.

¿Se respetan los derechos humanos en el Estado de Yucatán?
Es un estado con una doble moral muy fuerte, todo el mundo se rige por las apariencias y el qué dirán, pero en su mayoría, viven una doble vida.
En sus casas les pegan a sus mujeres pero salen a la calle como si fueran gente respetable, otros son alcohólicos o consumen drogas, pero aparentan ser respetables miembros de la sociedad, así en muchas otras cosas.
En cambio a los homosexuales que no somos ni alcohólicos, ni drogadictos, que somos gente productiva y no le hacemos daño a nadie, nos tratan como si fuéramos de lo peor, tristemente esto va ligado con la iglesia que convierte en tabú el tema de la homosexualidad y de eso nadie quiere hablar, solo se juzga. Creo que en Yucatán estamos muy atrasados y la religión tiene mucho que ver.

¿Qué piensas sobre el debate por el derecho a la adopción en parejas del mismo sexo?
Hay quienes argumentan como un motivo en contra de las adopciones, que los niños o niñas adoptados por parejas del mismo sexo se convertirán automáticamente en homosexuales, pero en otros países donde las leyes son más avanzadas que en México, se ha comprobado que los niños y niñas adoptadas por homosexuales,  desarrollan su propia orientación sexual, independientemente de la de sus padres o madres.
Por otra parte si se hiciera una encuesta, seguramente veríamos que el alto porcentaje de violencia en contra de infantes, se da al interior de matrimonios conformados por papá y mamá, a diferencia de los que adoptan parejas del mismo sexo, pero nos han querido convencer de lo contrario.
Predominan los tabús en contra de los homosexuales, y gran parte se lo debemos a la iglesia y a los grupos ultra conservadores que le hacen eco.
Hay gente que piensa que los homosexuales somos gente enferma a la que hay que curar, que somos gays por algún trauma, que seguramente otro homosexual nos contagió o que somos homosexuales porque fuimos abusados en la infancia, pero todo eso es parte de la propia ignorancia en torno al tema, no dudo que haya algunos de estos casos, pero no se puede generalizar.
El gran problema es que con todo y lo que ignoran, la gente se siente con derecho a emitir juicios muy fuertes que solo nos dañan y fomentan la homofobia y la discriminación.
Yo resumiría que los homosexuales nos enfrentamos todavía a una enorme brecha para contar con igualdad de derechos por falta de información, si la gente estuviera informada su opinión sería muy diferente y nuestra vida también, así concluyó su testimonio, uno de los jóvenes que asiste junto con sus padres, al grupo de “Padres y Madres por la Diversidad Sexual”.
La valiosa contribución de este particular grupo, es contribuir con información, asesoría y apoyo, para evitar que otras familias hagan daño a sus hijos e hijas homosexuales, por no saber la manera de brindarles apoyo.
 Nadie tiene las respuestas a muchas preguntas, pero si mucha voluntad para compartir sus experiencias y aprender a crecer juntos.
Hijos, hijas, padres y madres han vivido en carne propia el dolor de la discriminación, por ello se han propuesto unir esfuerzos.  
Estudian, leen, investigan y comparten, esas son las tareas que los comprometen a ser mejores para ayudar a las y los otros.
Según comentan hay algunas organizaciones como la suya en otras partes del país, pero en Yucatán son la única agrupación trabajando con familias de la diversidad.
“Ojalá que a través de estos artículos las personas que así lo necesiten, se sientan motivadas a integrarse a nuestro grupo, es un espacio de total libertad donde el único requisito es la no discriminación”, así lo expresó Nelia, una de las principales impulsoras, que pone a la disposición de las personas interesadas el siguiente número de celular para contactarles: 9999 49 41 82.
En próximas entregas continuaremos con los testimonios de otras y otros integrantes de esta organización.


Continuará….

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